• martes 10 de septiembre del 2024
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Mario Magariños: a propósito de jueces y austeridad republicana

Por César Álvarez (*)
Invitado en Palabras del Derecho

Por diversas razones de un tiempo a esta parte los decretos dictados por el Poder Ejecutivo Nacional no me causan una especial emoción.  Me pueden parecer mejores o peores, como le puede pasar a cualquier ciudadana o ciudadano, pero por competencia profesional no afectan mis sentimientos, ni me motivan reflexiones existenciales. Sin embargo, la publicación del decreto 751/2024, el lunes 26 de agosto, me conmovió profundamente. Se trataba, ni más ni menos, que de la aceptación de la renuncia de Mario Magariños al cargo de juez de la Cámara Nacional de Casación Penal.

Conocí al hoy Dr. Magariños en marzo de 1979. Ese año el profesor de Introducción al Derecho, un raro positivista en un océano tomista, nos convirtió a Mario, a Graciela y a mí, en fiscal, defensora y juez para resolver el caso de los exploradores de cavernas. Recuerdo que para representar bien mi papel llevé el martillo para afinar milanesas.

El segundo año de la carrera fue, para aquella comisión de la escuelita de la UBA, tal vez, el más importante. Cursamos Derecho Penal I con Enrique Paixao, quien sin dudas fue el profesor más influyente en la carrera de Mario. Obviamente que la cursada con Paixao y el estímulo al conocimiento, al debate y la discusión no pasaron en vano. Enrique debe haber sido una de las personas con razonamiento jurídico más refinado que haya conocido. Haber cursado Derecho Penal, Parte General con él y dedicarse al derecho penal era, para Mario y para Daniel, casi una consecuencia obvia.

En julio de este año falleció Enrique Paixao. Días antes les había legado su biblioteca a Mario y a Daniel, más de 40 años después de haberlos introducido en el estudio del derecho penal.

Esto no pretende ser una reseña biográfica de mi amigo Mario Magariños. Su trayectoria es conocida para casi cualquier persona que se haya dedicado al derecho y especialmente al derecho penal. Profesor regular de la Universidad de Buenos Aires, docente de grado y de posgrado; autor de varios libros e innumerables artículos; juez de tribunal oral y de la Cámara Nacional de Casación; doctor en Derecho por la Universidad de Buenos Aires.

Su tesis doctoral sobre el principio de acto y el artículo 19 de la Constitución Nacional, identificando su impacto sobre diversos institutos del derecho penal, es de lectura obligatoria para quien tenga interés, no sólo en esa materia, sino y fundamentalmente en el derecho constitucional y los límites de la intromisión de la ley penal en la vida de las personas.

Se empeñó en los análisis más sutiles y complejos de la dogmática penal, así como en el sostenimiento de la dimensión democrática y republicana del derecho.  Se preocupó por definir al derecho penal como derecho público, por defender la independencia judicial tanto en su dimensión horizontal como vertical, y el propio concepto de jurisdicción. 

Sus criterios jurídicos fueron sostenidos con igual firmeza en las sentencias, las clases y las publicaciones. Un juez consecuente, serio, formado y estudioso. Cuántas cualidades que debieran ser la regla nos llevan a elogiar a Magariños.

Tan importante es lo que hizo como lo que no hizo. La mesura y la austeridad republicana son características que debieran ser más habituales en quienes ocupamos ciertos cargos. Magariños consiguió sustraerse a la tentación de figuración habiendo ocupado la magistratura por más de treinta años. Un ejemplo a seguir.

Por diversos motivos le ha tocado ser noticia, no por propia voluntad, sino como resultado de su función o por insistencias ajenas. No haber dejado nunca el sobrio lugar de juez y de profesor es un mérito a valorar.

Fuimos testigos de cómo en un concurso en el que estaba primero, tanto por antecedentes como por oposición, el orden de mérito se fue modificando en virtud de decisiones ajenas a dicho trámite. Vimos cómo, en un intento de disciplinamiento se le intentó sancionar irregularmente. Fue relegado en circunstancias que aún hoy generan reproches. Más allá de todo eso se retira formando parte de un tribunal que ha marcado una tendencia y que se ha ganado respeto por sus integrantes, sus conductas y sus fallos. La Cámara Nacional de Casación Penal, como órgano, y sus colegas, como compañeros, sin dudas lo van a extrañar.

Me permito desde estas lineas decirle que yo no lo voy a echar de menos. Seguiremos hablando por teléfono, para sorpresa de otros amigos, nunca menos de dos veces por semana, seguiremos esperando la chanza futbolera de acuerdo a los éxitos o derrotas de su querido Racing y mi amado Boca, seguiremos compartiendo cenas y discusiones con Daniel, Esteban, el Negro y otras amigas y amigos, nos encontraremos en el bar de Urondo o en otros lugares de Buenos Aires, Bernal o La Plata, comentaremos la actualidad, la historia y el futuro, iremos y haremos teatro. Insisto, yo no lo voy a echar de menos, de menos lo va a echar el servicio de justicia.

Gracias Mario.


(*) Juez de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata.

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